02/01/2007 Dedico mi página a la única persona que fue capaz de intuir lo vital que era para mi tener un espacio... [[foto: Luis y yo en PONTE VECCHIO -Florencia - Año ]]
Deseo aclarar que la fecha con la que he iniciado el Diario no se corresponde a la de los acontecimientos pero intentaré poner la fecha real del momento vivido, siempre que lo recuerde y sea posible
idm
Desde hace mucho tiempo, albergo en mi corazón el irresistible deseo de expresar a mi compañero de camino, mi agradecimiento sincero por todo lo que me ha brindado en estos treinta y ocho
años de vida compartida.
Siento que es esta una ocasión perfecta para dedicarle mi página web a la que he llamado “El Rincón de Debbie”, quizás porque precisamente él más que ninguna otra persona cercana a mi mundo supo intuir lo vital que era para mí tener un espacio, un refugio o un rincón donde dejar que mi alma se explayara libremente cada vez que el escaso tiempo libre me lo permitía.
Ser madre, esposa, ama de casa y además trabajar fuera de ella, fue y es una gran carga y responsabilidad que jamás menguó el entusiasmo por llevar a cabo mis sueños.
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Amor
Un deseo constante de alegría;
una urgencia perenne de lamento
y el corazón, campana sobre el viento
estrenando badajas de elegía.
Morir mil veces en un solo día
y otras tantas quemar el pensamiento
en la resurrección, que es el tormento
de pensar en la próxima agonía.
Ver en pupilas de mujer un llanto
y sorprenderlo convertido en canto
al soñar en un niño que lo vierte.
Esto es amor, candela estremecida
empujando la noche de la vida
hacia la madrugada de la muerte.
Carlos Castro Saavedra
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Amor, la única sobredosis que no mata.
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Soneto Del Amor Elemental
Te quiero así, mujer: sencillamente,
como quiere el pastor a sus ovejas,
el caminante a las encinas viejas
y el río matinal a su corriente.
Te amo como las casas a la gente
y como la colmena a las abejas,
y los ojos dormidos a las cejas
que vuelan en el cielo de la frente.
Voy a tu corazón como las olas
a los buques cargados de amapolas
y de maderas claras y sencillas.
Doy con tu beso al fin, con tu ternura,
como el río con toda la llanura
y la sed con el agua sin orillas.
Carlos Castro Saavedra
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