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Cuando lo conocido se derrumba y el horizonte cambia, es importante preguntarnos ¿qué debo aprender ahora? ¿Cuál es la razón para que la Vida me haya colocado en esta situación?

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08/02/2017 Cuando lo conocido se derrumba y el horizonte cambia, es importante preguntarnos ¿qué debo aprender ahora? ¿Cuál es la razón para que la Vida me haya colocado en esta situación?


Cuando lo conocido se derrumba y el horizonte cambia, es importante preguntarnos ¿qué debo aprender ahora?
¿Cuál es la razón para que la Vida me haya colocado en esta situación?
Si abrimos nuestro corazón a alguien y le entregamos lo mejor y esa persona nos engaña y nos traiciona, quizás nos resulte difícil perdonarle, pues la mente nos dirá que lo que ha hecho es injusto, cruel, imperdonable. Pero si nos permitimos transitar el proceso, expresar el enojo o el profundo dolor que sentimos, y luego meditamos acerca de todas los aprendizajes que esa vivencia nos ha traído y la integramos, el perdón llegará naturalmente. Hay que saber que no perdonamos la traición en sí misma, sino los motivos que le llevaron a esa persona a actuar de esa manera. A veces suele ser por miedo a abrirse de verdad, o tal vez la persona no se sentía merecedora de nuestro Amor, pues se sentía culpable de sus “errores” pasados, o simplemente no se amaba a sí misma lo suficiente como para poder tomar lo que le brindamos. Entonces, podemos meditar y comprender sus limitaciones, entender que se trate de una persona asustada y herida; y perdonarle por esas razones se tornará más fácil. Y así, será posible guardar en el corazón todos aquellos momentos hermosos compartidos, y todo lo demás caerá en el olvido naturalmente. También iremos comprendiendo que cuando el otro actúa de un modo que nos hiere de alguna manera, nos está mostrando, de manera inconsciente, algo que debemos sanar en nosotros mismos.
A veces nos resistimos a perdonar porque creemos que esto significa seguir relacionándonos con esa persona, y en verdad, esto no es necesario si no lo sentimos, o no es lo adecuado para nuestro crecimiento.
Recordemos que la función del perdón es liberarnos y recuperar la paz de nuestra alma; y es por ello que el perdón no conlleva ninguna obligación con los otros.
Es importante tener en cuenta que el perdón no es otorgado desde una posición de superioridad. Si lo consideramos de este modo, tendremos resistencias para perdonar, porque nuestro ser interior conoce la verdad que ninguno somos ni superior ni inferior que otros. O entramos en una sutil lucha de poder, que es exactamente lo opuesto a lo que el perdón nos brinda: paz.
Si nuestro lugar es de quien hizo el daño a otro, perdonarnos nos podrá resultar muy difícil, y podremos sentirnos cobardes y crueles. Nuestro juez interior podrá ser muy duro con nosotros y podríamos castigarnos a nosotros mismos inconscientemente, de diversas maneras: un accidente, usar drogas o a beber demasiado alcohol, involucrarse en otra relación destructiva, perder el empleo, etc. ¡Una verdadera dinámica destructiva! Hay que darse cuenta a tiempo y permitirse sentir y experimentar el dolor que nos produce darnos cuenta del daño que hicimos al otro. Hacernos cargo es el camino para perdonarnos. Luego, meditar acerca de qué es lo que nos llevó a actuar de ese modo dañino con el otro. Aprender la lección que la Vida nos va enseñando, digerirla, incorporarla, para poder evitar seguir dañando a otras personas cuando alguien se abra de verdad y con Amor. Aprender es clave, porque de lo contrario tendremos innumerables relaciones y actuaremos igualmente con cada uno de ellas; y así, cada vez será más difícil perdonarse uno mismo y posiblemente caeremos en la dinámica destructiva del auto castigo, y no podremos experimentar la riqueza de amarnos a nosotros mismos para poder amar a otros. Lo cual hará que nuestra vida pierda sentido. Si hicimos daño a otro, es mucho más sano y efectivo sentir arrepentimiento y no culpa, y decirle al otro de un modo sincero y profundo (aún si no está presente lo podemos decir visualizándolo): “Lo siento, lo siento mucho”. De este modo ambos permanecen en una posición de igualdad, y pueden compartir el dolor que sienten por lo sucedido. Entonces pueden perdonar y perdonarse de un modo humano, natural y abierto. Y en ese proceso, el Amor se profundiza, y el perdón realmente libera a ambos. El perdón es una fuerza liberadora muy poderosa. Al perdonarnos y perdonar a otro, ambos somos liberados. Libres para seguir con la relación pero de un nuevo modo más sano y maduro, o para que cada uno pueda seguir su camino personal. Recordemos que el perdón nos conduce al verdadero Amor. ¡Adelante!




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