27/01/2011 Cualquiera puede participar en el proyecto de Seung para mapear el cerebro. Se puede hacer a través de un videojuego en la web Eyewire.org. Busca descubrir la estructura de las neuronas cuando el cerebro está expuesto a ciertos estímulos visuales
Sebastian Seung, tras el sueño de Ramón y Cajal
El MIT abre la puerta al 'científico ciudadano' con el Proyecto Conectoma
Madrid 16 AGO 2012 - 13:50 CEST
Sebastian Seung, experto en neurociencia - Samuel Sánchez
Sebastián Seung (Nueva York, 1966), físico y neurocientífico de 49 años. Estudió y se doctoró en Física Teórica en la Universidad de Harvard y, en la actualidad es profesor de Neurociencia Computacional en los departamentos de Ciencias del Cerebro y Cognitivas, y de Física, ambos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT); y centra sus esfuerzos en el mapa de las conexiones neuronales.
Nacido en Nueva York, es hijo del filósofo norcoreano Thomas Kaehao Seung. Su padre huyó de Corea del Norte en 1947 `para asentarse en Seúl y, tras la guerra de Corea, emigró a Nueva York para completar sus estudios en la Universidad de Yale.
De entre sus trabajos destaca el esfuerzo para trazar el Conectoma humano, el mapa de nuestras conexiones neuronales. En este sentido sigue los pasos del gran Sydney Brenner, que descifró el conectoma del diminuto guasno Caernohabditis elegans.
El científico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) explica en qué consiste el proyecto Conectoma, de una manera tan gráfica como peculiar y divulgativa: “Quiero hacer con una presentación de las conexiones en nuestro cerebro similar al que encontramos cuando tomamos la revista de una línea aérea y vemos el mapa con todos los destinos, de dónde a dónde se viaja, cómo, en cuánto tiempo”...
Su campo de trabajo es una intersección entre la ciencia, física y tecnología. La investigación que dirige tiene la misión de hacer un mapa tan preciso de las conexiones neuronales similar al que se tiene del genoma.
Seung, de origen coreano, acaba de publicar en RBA, Proyecto Conectoma. El libro arranca con una ilustración de Ramón y Cajal. “Me dio los permisos su nieta y le estoy muy agradecido. Él fue pionero en este campo y ahora quiero hacer real su sueño”, confiesa.
El método, en cambio, no solo está condicionado por la tecnología usada, ordenadores de última generación y microscopios sensiblemente más avanzados que los de hace un siglo, sino también por la participación social. Seung cuenta con la participación de los internautas. En el MIT se ha creado Eye Wire cuya actividad la conducen una legión de, según Seung, ‘científicos ciudadanos’. Poner el adjetivo ciudadano, ¿no frivoliza el término? “Es una manera de dar reconocimiento a los que participan en la página y ayudan a mejorar los sistemas de inteligencia artificial”. En Eye Wire se utilizan dinámicas de juego para incentivar la participación. Quien corrija mejor los patrones reflejados en la web o envíe fallos irá ganando puntos. Así es como José Erre, venezolano afincado en España, se ha convertido en el líder de la comunidad en español.
Aunque suene muy complejo, la tarea no difiere mucho de los libros infantiles de colorear. “Valoramos su tiempo y su aportación, al margen de si es complejo o no el trabajo”, defiende el científico. De momento, cuentan con más de 30.000 visitantes, que resulta de gran ayuda para Ignacio Arganda, español con plaza en el MIT, dedicado a la inteligencia artificial dentro esta investigación. “Cuanto mayor sea el número de gente corrigiendo y aportando, más preciso será nuestro sistema”, insiste.
Este no es el único proyecto del MIT que confía en los ciudadanos para colaborar en sus investigaciones. Planet Hunters, cazadores del planeta en español, se centra en la astronomía, y Fold.it propone rompecabezas.
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Sebastian Seung - El nuevo Leonardo Da Vinci XLSEMANAL -12 de Abril de 2015
Hace no mucho, para estar formado, se requería saber de una sola cosa pero en profundidad. Si salía de por medio una nueva disciplina, era mejor olvidarse y ahondar en el conocimiento requerido y bien especificado. La enseñanza equivalía a lo que padres y abuelos se habían empeñado en enseñar a sus hijos. Para ser un buen abogado, había que estudiar todo tipo de derecho, siempre y cuando se tratara solo de derecho. Para ser un buen científico, ocurría algo parecido. Se era un buen biólogo cuando se sabía cómo operar con el genoma; pura biología. Hoy en día, a los grandes biólogos, como Sebastian Seung, les gusta definirse como neurocientíficos computacionales.
Es uno de los verdaderos artífices de la llamada “multidisciplinariedad”. No tener una sola profesión sino varias. Ser un experto concienzudo en distintas disciplinas. Es lo que ha permitido a Seung enseñar Física en los Laboratorios Bell y publicar después su libro más famoso de biología, Conectoma: cómo las conexiones cerebrales nos hacen lo que somos. De hecho, Seung se enfrenta ahora a un reto titánico para descifrar el cableado del cerebro: sólo un milímetro cúbico de cerebro humano contiene cien mil neuronas, y cada una de ellas puede establecer hasta diez mil conexiones con sus células vecinas. A su “antecesor” en la tarea, Sydney Brenner le llevó doce años trazar las conexiones del gusano Caernohabditis elegans, que apenas tiene trescientas neuronas.
Pero su gran aportación es la combinación de varias disciplinas para llevar a cabo su investigación. El MIT le permitió moverse entre neurociencia, física y bioinformática.
La anécdota – Cualquiera puede participar en el proyecto de Seung para mapear el cerebro. Se puede hacer a través de un videojuego en la web Eyewire.org. Busca descubrir la estructura de las neuronas cuando el cerebro está expuesto a ciertos estímulos visuales