09/01/2011 Mallorca, tierra de acogida - Plaza de la Reina - El ombú resta protagonismo al humilde granado. Alejandro Fernández Texto Joan Riera
Un granado en la Plaza de la Reina
Lleva ahí toda la vida y jamás te habías fijado en él. De pronto un día, sin saber por qué, lo descubres. En la plaza de la Reina crece un ombú o bellaombra, que a todos sorprende por sus patas elefantisíacas. Pero también hay un granado, un magraner, un Punica granatum, que en un jardín público es tan exótico como el ombú. El granado está asociado al corral de las casas mallorquinas.
De mi infancia recuerdo dos acciones relacionados con los magraners. La primera era un entretenimiento. Los frutos aún verdes se convertían en pipas después de atravesarlos con un trozo de caña o un palo. Fumándolas, podíamos asumir el rol de personajes mayores en nuestros juegos. El segundo recuerdo era de alto riesgo para nuestra ropa, ya que las manchas del jugo de la granada se limpian con dificultad. Sentados a la mesa comenzábamos a rasgarlas para extraer los bloques de granos pegados a una delicada tela vegetal. Cada rubí, porque a eso se asemeja el fruto, era guardado en un cuenco y después se ingerían en grupo. Los más golosos añadían azúcar. El esfuerzo no era baldío porque el resultado nos complacía sobradamente.
Según explica Joan Vicenç Lillo en su web Amics arbres-arbres amics, el granado mediterráneo el que nosotros conocemos y el más extendido, se expande desde el Mare Nostrum hasta el Himalaya. Su nombre científico, Punica granatum, alude a que los cartagineses sembraron estos frutales en el norte de África. Los romanos los apreciaron tanto que llamaron malum punicum al fruto o, lo que es lo mismo, manzana cartaginesa. Los árabes expandieron su cultivo por la Península Ibérica.
Desconozco –la botánica no es mi fuerte– si el granado de la plaza de la Reina es de magranes dolces o agres. Si son las primeras espero que un jardinero, paseante o turista curioso las disfrute. Si, por contra, sus frutos son agrios, recuerde que con ellos se elabora una de las mejores salsas para acompañar asados. El gran cocinero mestre Tomeu Esteva solía regalarla a sus visitantes. Se elabora con el jugo de dos granadas agrias, un vasito de vino tinto, azúcar, clavo y canela.
Joan Riera