27/12/2017 La visita de Lucrecia y Sergio nos trajo a la memoria el recuerdo grato de otros amigos que nos visitaron con anterioridad. Parte XXVII
Enero de 1991 - Tafí del Valle- El nuevo hogar de René Padilla y Martita Acuña
Estábamos tan felices con aquel reencuentro que nada hacía presagiar que ese sería nuestro último encuentro con Marta en compañia de René. Se les veía tan feliz junto a sus retoños...
Nosotros conocimos a José y a Juampi nos falto Nico.
Sé que la vida va a volver a darme la oportunidad de estar juntas como en los viejos tiempos, como cuando venías a casa (yo ya estaba casada con Luis) y nos que´dábamos las dos hablando hasta altas horas de la noche. Por aquellos entonces yo era tu paño de lágrimas, la que te daba consejos, la que te escuchaba y la que soñaba verte feliz.
Habías amado en secreto muchos años a un hombre que sentías que no te pertenecía y me consta tu sacrificio y tu silencio para no interferir en una relación que poco a poco se desvanecía por razones ajenas a ti.
La vida te dio la oportunidad de ganar su corazón y su confianza, cuando su matrimonio tocó fondo. Siempre admire tu saber estar en la sombra, sufriendo por amor, pero noble, leal y respetuosa con quien ocupaba un lugar que por entonces no te pertenecía hasta que el fue un hombre libre de aquel compromiso.
Al fin conseguiste tu sueño dorado: amar, ser amada y formar una familia. Eras correspondida y sé lo mucho que os amabais. Pero el destino, la vida o las sin razones de los designios divinos que no comprendemos te lo arrebató muy pronto. Sé que la vida no fue nada fácil para ti y los chicos, y cuando más nos necesitabas estábamos muy pero muy lejos de ti.
Temía por ti, por tu fragilidad ante el caos de la pérdida pero lo que no tuve en cuenta fue la fuerza de vuestro amor, que no me cabe la menor duda, fue la que te sostuvo ante tantas vicisitudes. Te quiero amiga con toda mi alma y bien sabe Dios que siempre estás en nuestros corazones y en mis oraciones igual que nuestro querido amigo René.
