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Rene Magritte fue uno de los artistas más extraños del siglo XX - Parte III -página 5

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31/01/2016 Rene Magritte fue uno de los artistas más extraños del siglo XX - Parte III -página 5


Oliveira, el personaje de Rayuela, a través del agujero que se abría en lo alto de la lona del circo “veía a Sirio” y “especulaba sobre los tres días en que el mundo está abierto, cuando los manes ascienden y hay puente del hombre al agujero en lo alto”. No es seguro de que Sirio esté allá en lo alto, en el centro de ese oscuro agujero, lo único seguro es que Oliveira lo contempla, él lo ve allá dibujado, él mismo parece pintarlo para así poderlo ver. Oliveira dibuja a Sirio de la misma manera que el pintor retratado en La tentativa imposible trata de terminar el dibujo del cuerpo desnudo de una mujer. El dibujo está incompleto, el pintor todavía debe trazar uno de los brazos de la mujer, pero el título del cuadro presagia la imposibilidad de concluir el dibujo, el cuerpo de la mujer parece condenado a permanecer como una obra inacabada por ser imposible de representar, como también lo era la mujer que en vano intenta dibujar el viejo pintor de La obra de arte desconocida. En el cuadro de Magritte como en la novela breve de Balzac, la representación pictórica no es más que una tentativa imposible. El artista, así como en cierta manera Balzac, es consciente de que toda reconstrucción es siempre una reconstrucción incompleta, en toda reconstrucción, los vacíos, los agujeros, parecen inevitables. “Siempre me ha interesado esto de la materia oscura”, afirma Albert, protagonista de Materia Oscura, el último de los relatos de Exploradores del abismo. Para Albert “no hay duda de que existe un mundo invisible”, pues “hay una materia oscura que no puede ser vista pero que ocupa casi todo el universo”. En su teoría sobre los agujeros negros, Stephen Hawkings se pregunta “¿Cómo podríamos esperar que se detectase un agujero negro, si por su propia definición no emite ninguna luz?” La seguridad de Albert no le hace cuestionar la existencia de una materia oscura, invisible, pero para él segura; tampoco Oliveira se pregunta cómo llega a ver a Sirio en la oscuridad del agujero circense. Hawkings encuentra la respuesta en el hecho de que el agujero negro “sigue ejerciendo una fuerza gravitatoria sobre los objetos cercanos”, objetos, como las estrellas, que iluminan al agujero negro, objetos que lo hacen visible: “cuando esta materia cae hacia el compañero invisible”, afirma Hawkins, “adquiere una temperatura muy alta, emitiendo rayos X” y, por tanto, haciendo visible lo invisible. Lo invisible termina por ser visible, el agujero termina por ser rellenado, completado con un lienzo que, como el velo de Maya, oculta aquella realidad última cuya porosidad es preferible ocultar. El poeta, escribía en su relato Vila-Matas, da “contenido intelectual al vacío”, el pintor evoca ese vacío, aunque, para evocarlo, así como para darle contenido intelectual, siempre es necesario ocultarlo, rellenarlo tras un nuevo lienzo que haga del agujero una apertura, no tanto hacia el abismo, sino hacía una nueva imagen. Fragmentado el cristal en el que estaba dibujado el paisaje, agujereada la ventana, el paisaje campestre con los árboles sigue viéndose de la misma manera que Oliveira sigue viendo a Sirio “en la mitad del agujero negro”. Como dicta el dicho, los agujeros negros, así como las meigas, “haberlos, hailos”.




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