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Rene Magritte fue uno de los artistas más extraños del siglo XX - Parte III -página 4

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30/01/2016 Rene Magritte fue uno de los artistas más extraños del siglo XX - Parte III -página 4


El temor al desconcierto, el temor al abismo que se abre en cada agujero, es el que lleva a correr el velo al cual hacía referencia Schopenhauer, es decir, el temor al vacío hace de cada uno el pintor de la propia realidad. Se hace, por tanto, indispensable poner el caballete frente a la ventana y pintar el lienzo, ocultando así el agujero, el vacío que tras él se esconde. El desconcierto provocado por el agujero de la puerta es, ante todo, el temeroso desconcierto por aquel vacío, por aquella nada que el agujero muestra sin que Magritte lo oculte. Para el artista ya no es indispensable colocar un lienzo frente a ese hueco, al contrario, lo indispensable es mostrar su presencia: el pintor, como la pueta, debe evocar ese vacío, esa porosidad que es intrínseca a la realidad. En El mito de la caverna, Platón no sólo describía la realidad primera como una ilusión, sino que también sostenía que el filósofo era el único capaz de alcanzar el mundo de las ideas, un mundo que para Schopenhauer se esconde tras el velo de Maya, velo que para el autor de El mundo como voluntad y representación sólo pocos consiguen rasgar. Magritte también trata de rasgar ese velo en Les clefs de champs: el vidrio de la ventana se rompe, sus fragmentos caen en el interior de la habitación dejando en la ventana un gran agujero a través del cual se ve un paisaje campestre, un par de árboles, los mismos que también se veían a través del cristal recién roto. Aparentemente no hay nada extraño que llame la atención, ningún caballete ni ningún lienzo ocultan el agujero de la ventana, agujero perfectamente visible y cuyos trozos caen en el interior de la estancia donde está la misma ventana. No hay nada desconcertante si no fuera porque los fragmentos de vidrio no son transparentes, en cada uno de ellos está dibujado parte de ese paisaje que se observa desde la ventana. El paisaje no se reflejaba en el cristal, sino que estaba pintado en él y el cristal era como un lienzo donde el pintor lo había dibujado, como ya había hecho en La condición humana. Sin embargo, ahora, el lienzo se ha roto, se ha fragmentado, revelando la pintura que sobre él se había realizado, pero revelando también que detrás de él se esconde el mismo paisaje que había sido representado. Pero, ¿cuánto de real tiene ese campo y esos árboles que se ven desde el agujero de la ventana? La ficción de la imagen reflejada en los fragmentos de vidrio debería contrastar con la imagen que se admira desde la ventana, pero ¿por qué considerar esa imagen más real que aquella reflejada en el vidrio roto?




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