20/01/2007 Mi abuela Teté
Mi abuela Teté, tocaba el violín como los ángeles, nos cortaba y cosía los vestidos y tejia los pull-over que llevaríamos el próximo invierno. Por las tardes nos preparaba el mejor Quaker con leche para merendar. Y nadie como ella comprendía mis dolencias. Sus manos y sus masajes eran un bálsamo para mi cuerpo que vencido por dolores cada vez mas intensos se dejaba caer abatido, débil y sin fuerzas en cama durante semanas. Mi espíritu quebrantado ante tan prolongado sufrimiento albergaba solo un deseo: sanar....sanar....sanar